- “Aquí, presentamos la hipótesis de que la respuesta de las poblaciones de corales a más pastoreo será mayor en aquellos hábitats que más se benefician de la conexión entre los manglares y la barrera” (855).
- Este estudio utilizó un modelo de simulación de la dinámica de las barreras de coral “para investigar las consecuencias que tienen sobre el ecosistema las elevadas densidades de peces loro en las barreras conectadas con los ecosistemas de manglares (Fig. 1)” (855).
- En los ecosistemas de las barreras de profundidad media, una especie de pez en particular, los Scarus iserti utilizaba el hábitat de los manglares para la mayoría de sus acciones: “La conexión de los manglares aumentó la biomasa de los Scarus iserti en Mesoamérica en un 42 %, pero no afectó la densidad de las demás especies de pez loro en ese hábitat (Mumby et al. 2004). El cambio que se manifestó en la biomasa se cobra el 50 % del incremento de la intensidad de pastoreo de los S. iserti en los sistemas de manglares ricos (0•14 % h –1 a 0•21 % h –1 en sistemas empobrecidos y ricos, respectivamente, promediado en los tres sistemas de tamaño de atolón en cada tratamiento). A pesar de que la especie de S. iserti es una de las más pequeñas de peces loro, con una longitud total típica de cerca de 20 cm, es también la más abundante. En promedio, los S. iserti comprenden el 20 % de la intensidad total de los peces loro que pastorean en las barreras que no tienen conexión con los manglares (en promedio de 30 sitios con barreras en las Bahamas y Belice). Si el aporte de los S. iserti al impacto total del pastoreo en los sistemas con menos manglares (es decir, el 30 % de las barreras 6 meses–1) fuera aislado (es decir, 20 % de 30 es 6) y enriquecido en un 50 % (es decir, tres unidades de impacto), la eficacia total del pastoreo en las barreras de profundidad media enriquecidas con manglares aumenta a 33 % 6 meses –1. En otros palabras, la conexión con los manglares aumenta las consecuencias totales del pastoreo de las comunidades de peces loro en las barreras de profundidad media en aproximadamente un 10 % (de 30 % a 33 % de la barrera)” (855).
- En los ecosistemas más superficiales, los S. guacamaia se sustentaban mucho en el hábitat de manglares: “El mayor efecto de los manglares en las barreras superficiales es el sustento de los S. guacamaia adultos (Mumby et al. 2004; Dorenbosch et al. 2006)...Como no se podían capturar los peces individualmente, el modelo del impacto del pastoreo de los S. guacamaia se realizó presumiendo que la escala alométrica del tamaño de la mordida con el tamaño del cuerpo era la apropiada para el género. Los índices de mordida y los rangos de hogar se determinaron siguiendo ocho individuos en Bonaire y Belice durante 2 minutos. Las observaciones sobre el índice de mordida fueron de una precisión relativamente alta [error estándar (SE)/promedio]: de menos del 20 % (Andrew y Mapstone 1987). Un rango de hogar de 1600 m2 (una estimación conservadora) es mayor que el de muchos otros escáridos (Mumby y Wabnitz 2002), y el pastoreo que realiza esta especie representa alrededor del 14 % de la intensidad total de pastoreo medida para los sistemas de manglares empobrecidos (0•041 % h–1 de 0•302 % h–1). Incrementar los efectos totales del pastoreo en barreras superficiales (49 % 6 meses–1) en esta proporción genera un nuevo impacto del 56 % 6 meses–1. Combinar las contribuciones de los S. guacamaia y los S. iserti al pastoreo en las barreras superficiales, ricos en manglares terminar por impactar en una magnitud total del 57 % 6 meses–1, que es un enriquecimiento general del 16 % (8/49)” (858).
- Los modelos demostraron que los manglares actúan como asistencia increíble a la recuperación de la barrera de coral después fenómenos naturales, tales como los huracanes: “Bajo intensos disturbios provocados durante décadas por los huracanes, las barreras que guardan conexión con los manglares lograron alcanzar altos niveles de cobertura de coral (> 50 %), sin importar el estado inicial de la barrera (Fig. 4b). Además, el impacto que generan los manglares en la resistencia fue mayor que la mitad de la frecuencia de los huracanes en una barrera con pocos manglares. En contraste, las que no tenían conexión con los manglares mostraron poco potencial de recuperación y alcanzaron una cobertura de coral mucho más baja. Por ejemplo, las barreras que partieron de una cobertura en mal estado del 10 % demostraron tener poca posibilidad de mejorar luego de 50 años (Fig. 4b). Incluso los que partieron de un estado saludable de los corales del 30 % (según los estándares actuales) no registraron incremento neto en la cobertura” (859).